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Monasterio de San Pedro Cardeña

El Monasterio de San Pedro de Cardeña es una abadía trapense situada en Castrillo del Val, a 10 km del centro de Burgos (España). Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento el 3 de junio de 1931.1

A través de esta página los monjes cistercienses de la estricta observancia, también llamados trapenses, del Monasterio de San Pedro de Cardeña nos queremos hacer presentes en el amplio mundo de la red y dar a conocer, de una manera sencilla y abierta a vuestra participación, lo que representa este monasterio en cuanto a historia, arte y, sobretodo, en cuanto a espiritualidad.

Los monjes, por vocación, hemos escogido la soledad, aunque una soledad acompañada porque “quien está con Dios, nunca está menos solo que cuando está solo” (Guillermo de Saint-Thierry, cisterciense del siglo XII).

Pero desde la soledad y la oración nos sentimos unidos a todos los hombres, nuestros hermanos. Esta página quiere ser una forma de entrar en contacto con quienes nos visitan o quieren saber de nosotros, sin perder nuestra identidad vocacional.

Nos alegramos de poder vivir en un espacio como el Monasterio de Cardeña y de poder ofrecérselo a quienes nos visitan o conviven con nosotros por un tiempo, así como de ser un espacio de tranquilidad, paz, sosiego, naturaleza y oración.

Quienquiera que seas recibe un saludo cordial y nuestra oración por ti y tus necesidades.

Que el Señor te acompañe siempre en el camino de tu vida.

DONDE ESTAMOS

Castrillo del Val (Burgos)

CONTACTO

www.monasteriosanpedrodecardena.com

PRECIO

MÁS INFORMACIÓN

 Estamos a finales del siglo XI, más concretamente en 1098. Un grupo de 22 monjes del monasterio cluniacense de Molesmes, abandona su comunidad para formar una nueva en la localidad de Citeaux (la antigua Cistercium romana), próxima a Dijon. Al frente de estos monjes, está el abad Roberto (1028-1111), cuya intención es restaurar la observancia de la Regla de San Benito de Nursia y su prior Alberico (1050-1108). Ambos, junto con Esteban Harding (1066-1134), tercer sucesor como abad de los anteriores, son considerados los fundadores del Císter.

San Benito de Nursia
San Benito de Nursia

Pero antes de continuar, quizás sea prudente y honesto con la historia de nuestra orden, introducir una reseña importante. En el siglo XI surge un movimiento de renovación monástica que manifiesta su disconformidad ante la riqueza, poder y relajamiento que habían adquirido los monasterios cluniacenses.

Una situación, contraria a la que emanaba de los principios de la Regla de San Benito de Nursia, imbuida de la importancia de la espiritualidad, la pobreza y la vida apostólica. Precisamente, la regla que seguían dichos monasterios.

padres fundadores del cister
Fundadores Císter

El abad Roberto, en su nueva comunidad se propone dar un giro a esa situación, retomando de nuevo los preceptos esenciales de la Regla y el rigor en su cumplimiento: la pobreza, la vida apostólica, la oración y el trabajo como medio de sustento, que dará lugar al conocido "ora et labora" que distinguirá a los monasterios de la orden.

En la edad media recibieron el nombre de "monjes blancos", por el hábito blanco o gris que llevaban bajo su escapulario negro, a diferencia de los benedictinos que recibían el nombre de "monjes negros".

habitos ordenes monasticas
Hábitos Monjes y Frailes

También es frecuente la denominación monjes bernardos, por el impulso que dio a la orden Bernardo de Claraval, ya que no sería hasta su aparición en escena, cuando el Císter comienza su imparable desarrollo durante el siglo XII, extendiéndose por Europa central, España e Italia.

La entrada del Císter en la península ibérica suele situarse a mediados del siglo XII. Aunque no existe un acuerdo unánime, suele citarse al Monasterio de Fitero en Navarra, por entonces perteneciente a la corona de Castilla de Alfonso VII, como el primer asentamiento de monjes en 1140, aunque no se tienen datos fidedignos hasta los años 1145 a 1148. Así que, con toda probabilidad, y a tenor de la documentación histórica más fidedigna existente, sea el monasterio de Monasterio de Sobrado, en Galicia en el 1142, el primer cenobio cisterciense en instalarse en la península.

Durante el siglo XII se asientan numerosas comunidades cistercienses que a la postre constituirían monasterios de la orden. Considerando la distribución territorial actual y citando sólo algunos:

Distribución Península Ibérica S.XII
Distribución Península Ibérica S.XII

En Aragón se erigen los monasterios de Veruela (1145), Monasterio de Rueda (1202) y Piedra (1194). En Asturias, los de Santa María de Valdedios (1200) y Santa María de Villanueva de Oscos (1162). En Cataluña los de Poblet y Santes Creus (1150). En Galicia, los de Oseira (1148-1151), Sobrado (1142), Melón (1154-1158), Meira (1151-1154), Monfero (1147) y Montederramo (1155-1163).

En Navarra el ya citado de Fitero, Tulebras (1147) -primero de monjas de la península- y La Oliva (1150). En Castilla-La Mancha, los de Monsalud (1165) y Moreruela (1158). En Castilla y León los de Valparaiso (1143), Sacramenia (1162), Valbuena (1153), Huerta (1151), La Santa Espina (1147), Santa María de Rioseco (1171) y Santa María de Bujedo de Juarros (1159).

Alfonso VII
Coronación Alfonso VII

Su proceso fundacional suele ser similar en todos ellos: la donación de terrenos por parte del rey, nobleza o aristocracia para la constitución de una comunidad monástica. En ocasiones con expreso mandato de su adscripción a la orden como condición de dicha entrega, la adscripción y aceptación de la comunidad establecida a la orden asignándola a un monasterio "madre" o "filial", junto con la ampliación o mejora -caso de existir previamente edificaciones- o construcción total de la edificación monástica.

En el caso de los antiguos reinos de Castilla y León, cabe destacar que la actividad promotora de la gran mayoría de los monasterios cistercienses que se establecieron, se encuentran emparentada con un mismo linaje: la casa de Traba, debido, entre otros factores, a su posición de privilegio con el rey Alfonso VII debido al apoyo que dispensaron al monarca.

Hay que tener en cuenta que la instauración de un monasterio, en no pocas ocasiones, respondía a una voluntad por parte del monarca o noble donante, de repoblación y recuperación de la zona, debido a las sinergias económicas y de atracción que provocaba la actividad monacal donde esta se instalaba. Siendo por tanto un elemento de recuperación de la zona en manos de sus promotores.

MAPA DE UBICACIÓN